Éste es un amor
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.
Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.
Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
-esas terribles manos delgadas como el pensamiento-
se entrelazan y un suave sudor de -otra vez- miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aún cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía -y es poesía.
Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al oído que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos -otra vez ese mar-,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras -y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.
Efraín Huerta
Tunel de Eupalinos

En un diálogo que lleva su nombre refiere al propósito de su obra:
... se le conducía hacía una especie de felicidad, por curvas insensibles, por inflexiones ínfimas y todo poderosas y por esas profundas combinaciones de lo regular y de lo irregular que había introducido, escondido y hecho tan imperiosas como indefinibles. Estas combinaciones hacían que el movedizo espectador, dócil a su presencia invisible pasara de visión a visión y de los grandes silencios a los murmullos de placer, a medida que se adelantaba, retrocedía, se acercaba otra vez, errando dentro del radio de la obra, movido por ella misma, y poseído por su sola admiración. Es indispensable que mi templo conmueva a los hombres como los conmueve el ser amado.
La existencia fantástica del Bosson de Higgs (y de Dios)
Richard Webb, physics features editor
Could the Large Hadron Collider be sabotaging itself from the future? That's the suggestion of a couple of reasonably distinguished theoretical physicists, which has received a fresh airing in the New York Times today.
Actually, it's the Higgs boson that is doing the sabotage. Apparently, among the many singular properties of the Higgs that the LHC is meant to discover could be the ability to turn back time to stop its cover being blown.
Or as the New York Times puts it:
"the hypothesized Higgs boson... might be so abhorrent to nature that its creation would ripple backward through time and stop the collider before it could make one, like a time traveler who goes back in time to kill his grandfather"
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Apuntes en torno a la “vida” y al aborto
Por: José T. Mendoza Hernández
Al elegir a los amigos
hemos de cuidar de tomar a los menos manchados;
el principio de la enfermedad es mezclar
los sanos con los enfermos…
—Séneca
Dados los problemas políticos y sociales que se han desarrollando en los últimos días en nuestro país, es necesario replantearse, o más bien, recordar en qué consiste la “vida humana” desde una visión ética y un tanto estructuralista. Asunto, éste último, que parece haber sido olvidado por algunos sectores y personajes políticos y sociales, quienes recorren, cual espectros amenazantes, los discursos utilizados por nuestro sistema político. Para ello, basta analizar los discursos totalitarios y, en veces, fascistas, que utilizan nuestros tan asediados políticos de la “derecha radical” y no pocos de la “izquierda” o de lo que alguna vez fue la izquierda en México.
Comencemos, pues, por recordar que la “vida humana”, desde una postura materialista, es fundamento absoluto, en cuanto contenido, de la pretensión de bondad de todo acto humano. Entonces, todo acto humano, máxima, institución o sistema, puede ser considerado éticamente bueno si afirma o desarrolla algún aspecto de la “vida humana”. Más aún, ningún acto éticamente humano puede dejar de tener en cuenta ese principio universal. Por ello, queremos criticar los formalismos, los racionalismos y el cinismo desmedido de la razón instrumental por no incluir entre las condiciones de la moralidad, la afirmación de la “vida” y, fundamentalmente, sin caer en posturas antropocéntricas, a la vida “humana”.
Actualmente hay grupos que toman la vida como criterio de moralidad, pero la toman parcialmente, para solucionar un solo caso y de manera igualmente unilateral. A esto le llamaremos técnicamente una “falacia reduccionista”. Así, estos grupos y sociedades reducen el tema a una de sus posibilidades, dejando de lado todo lo otro que también les corresponde. Tomemos algunos ejemplos para entender la cuestión.
Si una honesta y ejemplar tejedora, pastora, madre y abuela de gran familia, indígena, de sexo femenino, en su edad de extrema dignidad por estar en su senectud, como diría el filósofo Séneca, es violentamente atacada, violada y muerta por un grupo asesino, ¡se ha atacado a la vida humana! Tal acto no podrá pretender ser bueno. Es, pues, por naturaleza perverso, injusto y reprobable.
Si a millones de trabajadores o empleados del Estado se les pone en riesgo los fondos de su retiro, aquello que con miles de horas de trabajo han logrado objetivar en bienes a través de sus aportes que, mes tras mes y durante años han acumulado, dejando a discreción de un capital privado cuya función es ponerlos a generar intereses para el Estado. Si esta empresa paraestatal se declara o, como se ha hecho en estos últimos días, es declarada de un modo fascista y con absoluto abuso de poder, en quiebra, tal acción es “matar” o disminuir cuantitativa y cualitativamente las posibilidades de “vida” de esos hombres y mujeres. Máxime, porque la pobreza, toda pobreza sin distinción es menos-vida, peor-vida, acortar-vida. Tales actos ¡atacan la vida humana!
Intentar privatizar un bien del pueblo, como ha sucedido con Luz y Fuerza del Centro, cuyos ingresos permiten usufructuar una riqueza que ayuda o que en teoría política “debería” ayudar a mejorar la salud, la educación, la felicidad y longevidad del pueblo, es poner en riesgo la “vida” de millones de hombres y mujeres, y restringir a que esos bienes sean usados por unos pocos mexicanos y, lo peor, por extranjeros. Basta con voltear a ver a los más de 10 000 habitantes de Nuevo Necaxa, en la sierra norte de Puebla, región que nació y es ahora cuna de la compañía de Luz y Fuerza del Centro y cuyos habitantes han sido abandonados a su suerte. (Cf. Revista Proceso, N° 1721, 2009) Eso es ¡negar la vida humana!
Entregar la educación de los hijos a una enseñanza pública controlada por unos cuantos, y a los medios de comunicación, que son como una segunda escuela del pueblo. Es decir, entregar la educación básica a manos de aquellos que toman esos sectores tan esenciales de la “vida” humana para fines gremiales, espurios o de simple ganancia económica es, nuevamente, ¡atacar la vida humana!
Obligar a una niña violada a que dé a luz el hijo, fruto de una violación, no ayudando en la educación de éste ni haciéndose cargo de tantos efectos negativos que sufre la joven madre, atenta de muchas maneras contra la “vida” y la dignidad de ésta última. En primer lugar, porque el machismo de nuestro medio no hace responsable del acto al “padre soltero”. En segundo lugar, porque toda pretensión de bondad de un acto exige un pleno y autónomo consenso, una libre determinación del agente moral. Nadie, ni el juez ni ninguna institución, por más sagrada que ésta sea, y menos la fundada por Jeshúa de Nazaret, que instituyó la inviolabilidad como última instancia de la conciencia moral de la persona, puede pretender suplantar o decidir por el actor ético. La mujer y el varón, éste último como co-responsable de la decisión que tome la mujer, en cuyo cuerpo se engendra el nuevo ser humano son, como decimos, la última instancia ética de la decisión y pueden ser juzgados por haberla adoptado, pero nadie puede ocupar su lugar. Se les puede dar consejos, se puede pretender proclamar reglas o leyes públicas a través de discursos u homilías mal fundamentadas y argumentadas, pero la instancia subjetiva es la definitiva, pues en esto último consiste la autonomía del individuo.
Por otra parte, la vida de la madre viene primero; después la del hijo. Es una cuestión de vida o muerte, y encarar directamente la muerte de uno de ellos estaría en contra del principio material, por su contenido. Claro que, en concreto, los principios pueden entrar en conflicto (la vida de la madre y del hijo/a), y hay que saber discernir entre ellos, darle a uno prioridad sobre el otro, en la complejidad casi infinita de los casos empíricos. No entramos aquí a describir la cuestión, sino a indicar los principios. Es un caso donde la “vida” nuevamente es criterio de discernimiento y fundamento de justificación de los actos.
Por ello, los movimientos o asociaciones que dicen ser “pro-vida”, lo que en sí mismo es muy positivo, deberían advertir que dicho principio, a saber, la afirmación de la vida humana, juega una función fundamental en toda la ética, la política, la economía y en todos los campos prácticos. Veamos, por último, un ejemplo económico.
Karl Marx muestra que el trabajador emplea muchas horas de su “vida” para producir mercancías. El “valor de cambio” para Marx era expresado metafóricamente por la sangre, como coágulo de sangre. El valor económico de las mercancías, que aparece en el mercado como precio, es objetivación de “vida” humana. Cabe recordar que, para el pensamiento semita de aquel Marx de familia judía, la “sangre” era la “vida”, y por ello Feuerbach dijo que la esencia del cristianismo era “beber y comer”: beber la sangre del Cordero y comer su carne en la Eucaristía, para escándalo de marxistas estándar y cristianos conservadores. Dice el libro del Eclesiástico (34, 27) de la Biblia judío-cristiana: “Quien no paga el justo salario derrama sangre”. Por ejemplo, ante el reciente aumento aprobado por el senado de la república, en donde se avala el aumento directo del 1% al IVA, incluido la canasta básica cuyo fin, según Schopenhauer, es la afirmación a la voluntad del vivir del ser humano. Para poder vivir, el pueblo de los pobres “muere” de alguna manera, cuando no se sacia el “hambre”, como dice Ernst Bloch, el sujeto es atacado en su sobrevivencia por la injusticia. Espero que los movimientos “pro-vida” hayan colaborado con los que se manifestaron por dicho aumento en semanas recientes.
En conclusión, cuando se habla de la “vida humana” como criterio ético y principio que fundamenta la pretensión de bondad de todo acto, no se debe reducir a un aspecto de la vida, sino usarla en toda su universalidad como justificación de la justicia en economía, en política, en cuestiones de género y hasta en el deporte. En fin, en todo acto humano.
Apuntes y reposcionamiento al texto original de Enrique Dussel, publicado en el periódico La Joranada el 20 de abril de 2007.
Confucio, el placer sexual y el saber
"De uno que cambia los placeres del sexo por la estimación de los ilustres, que puede hacer el máximo esfuerzo en el servicio de sus padres, que es capaz de servir a su padre hasta el punto de dar la vida, y que en las relaciones de amistad pronuncia palabras de sinceridad, aunque se diga de él que no ha estudiado, yo me veré obligado a decir que sí lo hizo"
Confucio, Libro Xué Ér, VII (trad. de Joaquín Pérez Arroyo: Los cuatro libros, Ed. Alfaguara, Madrid, 1981)
El encajonamiento del placer sexual entre las nefandades pertenece a las necesidades isotópicas del pensamiento dualista, pero seguirá siendo un misterio por qué la fruición genital suele acomodarse en el muro de las ignominias.
Distractions
"Fancy a big house
Some kids and a horse
I can not quite, but nearly
Guarantee, a divorce...
I think that I love you
I think that I do..."