Booz ve dormir a Ruth

La isla está rodeada por un mar tembloroso
que algunos llaman piel. Pero es espuma.
Es un mar que prolonga su blancura en el cielo
como el halo de las tehuanas y los santos.
Es un mar que está siempre
en trance de primera comunión.

Quién habitara tu veraz incendio
rodeado de azucenas por doquiera,
quién entrara a tus dos puertos cerrados
azules y redondos como ojos azules
que aprisionaron todo el sol del día,
para irse a soñar a tu serena plaza pueblerina
-que algunos llaman frente-
debajo de tus árboles de cabellos textiles
que se te enrollan en ovillos
para que tengas que peinártelos con husos.
He leído en tu oreja que la recta no existe
aunque diga que sí tu nariz euclidiana;
hay una voz muy roja que se quedó encendida
en el silencio de tus labios. Cállala
para poder oír lo que me cuente
el aire que regresa de tu pecho;
para saber por qué no tienes en el cuello
mi manzana de Adán, si te la he dado;
para saber por qué tu seno izquierdo
se levanta más alto que el otro cuando aspiras;
para saber por qué tu vientre liso
tiembla cuando lo tocan mis pupilas.
Has bajado una mano hasta tu centro.

Saben aún tus pies, cuando los beso,
al vino que pisaste en los lagares;
qué frágil filigrana es la invisible
cadena con que ata el pudor tus tobillos;
yo conocí un río más largo que tus piernas
-algunos lo llamaban Vía Láctea-
pero no discurría tan moroso
ni por cauce tan firme y bien trazado;
una noche la luna llenaba todo el lago;
Zirahuén era así dulce como su nombre:
era la anunciación de tus caderas.
Si tus manos son manos, ¿cómo son las anémonas?
Cinco uñas se apagan en tu centro.

No haber estado el día de tu creación, no haber estado
antes de que Su mano te envolviera en sudarios de inocencia
-y no saber qué eres ni qué estarás soñando.
Hoy te destrozaría por saberlo.

Gilberto Owen

Circunloquio


Necesito detener toda lasitud

Hace tiempo que me espino con raíces y pantanos.

Mi sacrificio requiere de espuma,

Violáceas lunas en tránsito por donde aprendieron a callar mis pasos.



Me superan los bosques y sus viejas cofradías

Los seres de estirpe vacua,

Las confesiones que al viento alumbran

Cuando se posan tus memorias en mis manos.



Me devastan los tiempos líquidos

Los fragmentos que se hicieron colecciones de un astro pútrido.

Los lamentos estelares e inconclusos donde me fundo blancamente.

Sólo así,

Y sólo así



navego entre los baladros que te incendian de luz y sombra… 
 
Yelenia Cuervo

YA LLEGA MI HORA...

Ya llega mi hora
saltaré de repente al vacío
sin conocer el estado de putrefacción de mi carne
ni cómo los gusanos socavan mis ojos

sin tregua ni descanso pienso en la muerte

eso quiere decir que mi hora está próxima...



Nazim Hikmet (1902-1963)

En una tarde oscura

En una tarde oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh terrible ventura!,
salí sin ser notada,
estando mi casa ya alterada

a oscuras, e insegura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh terrible ventura!,
a oscuras y en celada,
estando mi casa ya alterada;

en la tarde ominosa,
en secreto, mi amada no veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.

¡Oh tarde que guiaste!
¡Terrible más que el alborada!
¡Oh tarde que separaste
Amado de amada,
amada en el Amado revelada!

En mi pecho florido,
que entero para ella sola se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo lo regalaba,
y el ventalle de los cedros golpes daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano artera
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre la mano,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las promesas olvidado.