Mozart o mi encuentro con la felicidad



El hombre no puede ser esencial sino en la desdicha.

¿Acaso Mozart nos atrae únicamente como excepción?

¿Acaso sólo de Mozart hemos aprendido la profundidad de las serenidades?

Siempre que escucho su música me crecen alas de ángel.

No quiero morir, porque no puedo concebir que un día

sus armonías me sean extrañas para siempre.

La música oficial del paraíso.

¿Por qué no me he derrumbado? Me salvó lo que de mozartiano hay en mí.

¿Mozart? Intervalos en mi desdicha.


E.M. Cioran

2 comentarios:

  1. ¡Oh, Mozart inmortal, a ti te debo todo, a ti te debo el hecho de haber perdido la razón, te debo la ofuscación de mi alma, haberme estremecido en lo más íntimo de mi ser, a ti te debo el hecho de no haberme pasado la vida entera sin que nada pudiese conmoverme, a ti te doy las gracias por no tener que morir sin haber amado, aun cuando mi amor sea desgraciado! [...] si borraran su nombre, se derrumbaría el único pilar que hasta hoy ha impedido que todo se me hunda en un caos ilimitado, en una nada insondeable.

    Sören Kierkegaard, Los estados eróticos inmediatos, en ESCRITOS, vo. 2/1, Trotta, Madrid, pp 74-75

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