Amada, dulce y venerada herida

Amada, dulce y venerada herida

Del más bello dardo que nunca eligió el Amor

Alto, noble y precioso ardor

Que haces al alma de arder deseosa

¿Qué fuerza de hierba y mágica virtud

Te arrancará del centro de mi corazón,

Si quien a cada instante fresco vigor me ofrece

Cuanto más me atormenta, más me sacia?

Dulce dolor mío, nuevo en el mundo y raro,

¿Cuándo seré de tu paso aliviado

Si me hastía el remedio y me delita el mal?

Ojos de mi señor, antorcha y arco,

Redoblad las llamas en mi alma y en mi pecho los dardos

Pues que el languidecer me es dulce y el ardor caro


Giordano Bruno, furor

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