Las nupcias de Ana

Que venga el Amado y me bese

Que sus labios incendien los míos

Que en su dulce abrazo mi alma se consuma

Y en olvido eterno cueza esta ceniza.

Amor, has de revelarme los misterios,

No en templos ni monasterios,

En carne viva, en viva llama han de ser.

Ven a mí excitado en canto,

te seguiré vehemente, celebra tu unión con mi piel,

voluptuosa a ti me entrego,

has estallar en mi hálito tu secreto,

que nada quede en ti si en mí hay cabida para ello,

intégrame en ti, en tu aliento,

quebranta mis pudores, llévalos lejos.

Soy por tu cándida mano consumida en fuego.

Acrecentado te eyectas sobre mí, inevitable.

¡Oh Amado! Que en noche amable has tornado mi lecho

Y en luna tejedora la madre de mis sueños.

Convulso mi vientre te recibe inmaculado

y cada espacio en mí te reconoce como néctar,

soy tu cáliz y tu tierra, abrazo tu semilla

que dolores sé que engendrará,

más gozosa a ti me rindo y mi finitud alegre queda,

pues tu infinita Esencia obtiene de la muerte vida,

de lo inverso el mejor vino, de la sombra la luz verdadera

todo lo llenas en mí y afuera,

eres cálida humedad que se escurre

por dentro y toda vida engendra.


4 comentarios:

derivaciones