Agencia General del Suicidio (fragmento)
Veo el abismo
Bestiario (fragmento)
I Hate My Rock'n'Roll
Gates of Eden
BOB DYLAN
Gates of Eden
Of war and peace the truth just twists
Its curfew gull just glides
Upon four-legged forest clouds
The cowboy angel rides
With his candle lit into the sun
Though its glow is waxed in black
All except when 'neath the trees of Eden
The lamppost stands with folded arms
Its iron claws attached
To curbs 'neath holes where babies wail
Though it shadows metal badge
All and all can only fall
With a crashing but meaningless blow
No sound ever comes from the Gates of Eden
The savage soldier sticks his head in sand
And then complains
Unto the shoeless hunter who's gone deaf
But still remains
Upon the beach where hound dogs bay
At ships with tattooed sails
Heading for the Gates of Eden
With a time-rusted compass blade
Aladdin and his lamp
Sits with Utopian hermit monks
Side saddle on the Golden Calf
And on their promises of paradise
You will not hear a laugh
All except inside the Gates of Eden
Relationships of ownership
They whisper in the wings
To those condemned to act accordingly
And wait for succeeding kings
And I try to harmonize with songs
The lonesome sparrow sings
There are no kings inside the Gates of Eden
The motorcycle black madonna
Two-wheeled gypsy queen
And her silver-studded phantom cause
The gray flannel dwarf to scream
As he weeps to wicked birds of prey
Who pick up on his bread crumb sins
And there are no sins inside the Gates of Eden
The kingdoms of Experience
In the precious wind they rot
While paupers change possessions
Each one wishing for what the other has got
And the princess and the prince
Discuss what's real and what is not
It doesn't matter inside the Gates of Eden
The foreign sun, it squints upon
A bed that is never mine
As friends and other strangers
From their fates try to resign
Leaving men wholly, totally free
To do anything they wish to do but die
And there are no trials inside the Gates of Eden
At dawn my lover comes to me
And tells me of her dreams
With no attempts to shovel the glimpse
Into the ditch of what each one means
At times I think there are no words
But these to tell what's true
And there are no truths outside the Gates of Eden
El vino triste
Lo demás viene por sí mismo. Tres tragos
y regresan las ganas de pensarlo a solas.
Se abre un fondo de zumbidos distantes,
toda cosa se pierde y resulta un milagro
haber nacido y mirar el vaso. El trabajo
(el hombre solo no puede no pensar en el trabajo)
vuelve a ser el antiguo destino de que es bello sufrir
para poder pensarlo. Después, los ojos miran
al vacío, dolientes, como agujeros ciegos.
Si este hombre se levanta y va a dormir a su casa,
parece un ciego que perdió el camino. Culquiera
puede salir de una esquina y molerlo a golpes.
Puede surgir una mujer y tenderse en la calle,
joven y hermosa,bajo otro hombre, gimiendo
como en otro tiempo una mujer gemía con él.
Pero este hombre no mira. Se va a su casa a dormir
y la vida no es más que un zumbido del silencio.
Desvestido este hombre mostrará miembros
extenuados
y una cabellera brutal, alborotada. ¿Quién diría
que a este hombre lo recorren tibias venas
donde un tiempo la vida quemaba? Ninguno
creería que en otros tiempos una mujer acarició
ese cuerpo y lo besó, ese cuerpo tembloroso,
empapado de lágrimas, ahora que el hombre,
en casa, intenta dormir sin lograrlo y gime.
CESARE PAVESE
Una lectura de Baudrillard
Juan E. Fernández Romar
Si Lacan fue el filósofo del deseo, convirtiendo su obra y su práctica en una perfecta máquina de captura del deseo del Otro, Jean Baudrillard fue el filósofo de la seducción, el simulacro y la simulación. Con Baudrillard uno nunca está seguro del verdadero estatus de lo que está leyendo, y menos de su intención.
Toda su obra está plagada de sentencias con aires de aforismos y vocación de enigma zen. Frases tales como: “El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero”, no resultan tranquilizadoras en ningún sentido.Baudrillard jugaba con eso; simulaba explicar, provocaba continuamente el sentido, y dejaba a su auditorio pivoteando sobre una suerte de lógica falsa saturada de polisemia.
En La transparencia del mal (1990) por ejemplo, se animó a aconsejar: “Hay que vivir en inteligencia con el sistema y en revuelta contra sus consecuencias. Hay que vivir con la idea de que hemos sobrevivido a lo peor.”
La oscuridad de su retórica se convirtió en su grifa favorita. Él no hablaba ni escribía para públicos profesionales, autoseleccionados, eruditos y selectos, como Barthes o Lacan. Lo hacía en numerosas columnas de diarios internacionales, y sus libros fueron bestsellers a escala mundial. Así logró convertir su peculiar hermetismo en un producto de alcance masivo, llegando mucho más lejos que cualquiera de sus colegas franceses. Reversibilidad comercial de un discurso hierático deliberadamente blindado para rigurosos. “Lo que escribiré tendrá cada vez menos oportunidad de ser comprendido. Pero eso no es mi problema. Yo estoy en una lógica de desafío” , previno en una entrevista.
Se trata del mayor virus del ensayo contemporáneo, un autor imitado con descaro por académicos y periodistas, parodiado hasta el cansancio por intelectuales globalizados, y plagiado innumerables veces mediante un saqueo hormiga de imágenes y frases que nunca se terminan de entender del todo, pero que son extremadamente sugerentes. Sobre él, sus intenciones y su obra, se han elaborado las teorías más exóticas.
UN EXTREMISTA PEREZOSO
Amado y odiado por igual, dividió las aguas. Algunos han pretendido verlo como un enterrador de utopías; otros, como un extremista demasiado perezoso para actuar de otro modo. También se le ha acusado de banalizar los acontecimientos más trascendentes de nuestra época (la guerra de Medio Oriente, el atentado a las Torres Gemelas, etcétera) convirtiéndolos en meros hechos estéticos que eluden la reflexión sobre datos concretos y derraman opinión equívoca por los bordes.
Enrique Lynch, uno de sus críticos más lúcidos, escribió en la revista cultural Ñ de El Clarín, que los ensayos de Baudrillard son “prodigios estilísticos donde en ocasiones se encuentra uno con alguna ocurrencia brillante y, las más de las veces, con pases de prestigiador cínico”.
Baudrillard enfrentó el problema de su propia definición de manera muy diversa. En algunas entrevistas, se presentaba como un resistente de la cultura, como un sobreviviente de un mundo en el que “la cobardía intelectual se ha convertido en la auténtica disciplina olímpica de nuestra época”. En otras insinuó aportar más información: “Soy iconoclasta pero también agnóstico, estoico, hasta quizás moralista.” No obstante, la mayoría de las veces prefería usar sus armas predilectas y presentarse simpática y enigmáticamente como: “Patafísico a los veinte años, situacionista a los treinta, utopista a los cuarenta, transversal a los cincuenta, viral y metaléptico después de los sesenta: ésa es mi historia.”
Con el correr de los años su forma de comunicarse se volvió cada vez más esotérica y poética. Es una estética que su amigo Paul Virilio ha intentado clonar con un éxito mucho más discreto.Por ejemplo, en una de sus visitas a Argentina, en 1996, consultado por El Clarín sobre su visión del sur profundo, comentó que para muchos europeos la Patagonia es “una región de exilio, un lugar de desterritorialización, un Triángulo de las Bermudas” y que viajar allí es como “ir hasta el límite de un concepto, como llegar al fin de las cosas” , dado que “detrás de la fantasía de la Patagonia está el mito de la desaparición, hundirse en la desolación del fin del mundo”.
Baudrillard fue objeto de los más diversos comentarios y opiniones peregrinas. La alambicada ironía de sus ensayos invita a imitar el curso errático de sus disquisiciones. Así, algún ensayista francés llegó a verlo como una suerte de “Gregory Peck, con esa mezcla de bondad y sombría indiferencia, además de su común habilidad para aparecer donde menos se les espera”.
Pero no todos han sido tan amables. Algunos de sus colegas, como el riguroso sociólogo Pierre Bourdieu, le censuraron la pretensión de filosofar desde el sillón sin ninguna investigación empírica previa que sustente sus hipótesis. Otro de los prestigiosos filósofos franceses de su generación, Jean-Francois Revel, atacó con ahínco la “arrogancia postmoderna llena de sandeces” de los pensadores de la “French Theory” (entre los que ubicaba a Baudrillard), acusándolos de “reaccionarios que erigen el fraude en sistema”, difuminando las fronteras éticas y “borrando” las diferencias “entre lo verdadero y lo falso, entre el bien y el mal”.
Para Didier Eribon, uno de los grandes estudiosos de la obra de Michel Foucault, los textos de Baudrillard no constituyen otra cosa que una deriva irracionalista del construccionismo estructuralista.
Lo que el sueño hace palpable
DIBUJA CON SU MANO
DE SOMBRA;
EL PLACER QUE REVELA,
EL VICIO QUE DESNUDA.
TODO LO QUE LA SOMBRA
HACE OIR CON EL DURO
GOLPE DE SU SILENCIO:
LAS VOCES IMPREVISTAS
QUE A INTERVALOS ENCIENDE,
EL GRITO DE LA SANGRE,
EL RUMOR DE UNOS PASOS
PERDIDOS.
TODO LO QUE EL SILENCIO
HACE HUIR DE LAS COSAS:
EL VAHO DEL DESEO,
EL SUDOR DE LA TIERRA,
LA FRAGANCIA SIN NOMBRE
DE LA PIEL.
TODO LO QUE EL DESEO
UNTA EN MIS LABIOS:
LA DULZURA SOÑADA
DE UN CONTACTO,
EL SABIDO SABOR
DE LA SALIVA.
Y TODO LO QUE EL SUEÑO
HACE PALPABLE:
LA BOCA DE UNA HERIDA,
LA FORMA DE UNA ENTRAÑA,
LA FIEBRE DE UNA MANO
QUE SE ATREVE.
¡TODO!
CIRCULA EN CADA RAMA
DEL ÁRBOL DE MIS VENAS,
ACARICIA MIS MUSLOS,
INUNDA MIS OÍDOS,
VIVE EN MIS OJOS MUERTOS
MUERE EN MIS LABIOS DUROS.
Xavier Villaurrutia
Nostalgia bibliófila
En nuestros días se habla del "retorno de la filosofía"; sin embargo, lo que subyace en el fenómeno no es tanto la pasión por las ideas y por la verdad como una vaga búsqueda de "recetas" en vistas a un mayor bienestar subjetivo
G. Lipovetski, Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación, empresa, Anagrama, Barcelona, 2003, p.109
Encuentra las diferencias...
El fotógrafo ucraniano Yevgeni Khaldei tomó esta famosa fotografía sobre el tejado del Reichstag el 2 de mayo de 1945. Al no disponer de ninguna bandera soviética en el frente, Khaldei improvisó una con tres manteles rojos cosidos (las costuras son visibles en la fotografía), utilizados para las conferencias, sobre los que se cosieron una hoz y un martillo improvisados (nótese que la estrella roja no es un pentáculo perfecto). Khaldei afirmó que todavía se luchaba contra los alemanes en el Reichstag al tomarse esta fotografía. No obstante, la tranquilidad con la que parecen andar las fuerzas soviéticas en la calle hace pensar que la lucha ya había terminado. Existen varios soldados soviéticos que reclaman el honor de haber sujetado la improvisada bandera, entre ellos Alexei Kovalyov y el español Francisco Ripoll. En las fotografías pueden verse dos modificaciones. En el primero el fotógrafo, añadió humo en el horizonte, para dar más dramatismo y reforzar su afirmación de que aún se combatía en Berlín en el momento de tomar la fotografía. Un mes después de tomar la fotografía, se ordenó una nueva manipulación por parte de las autoridades soviéticas, en la que se eliminó el reloj de la mano derecha del oficial (gorra de plato), porque los soviéticos consideraban que el lucir dos relojes de pulsera, daría una imagen de saqueadores al Ejército Rojo. También se oscureció el humo de fondo.
Reforzando aún más la hipótesis de la fotografía "posada" tras el final de los combates, el carro de combate que aparece en la parte inferior izquierda de la fotografía es un carro soviético T/34 85. Las bandas blancas en los laterales de la torreta servían para la identificación del carro desde el aire, ya que los soviéticos tenían una total supremacía aérea en esta fase de la guerra.
http://es.wikipedia.org/wiki/FotografÃas_trucadas_en_la_Unión_Soviética
Gli Eroici Furori
Link
Imágenes:
-Carlo Maratti, Diana y Acteón, s. XIX
-Balducci, Acteón, s. XVI
Alquimia gore
No obstante, o por eso mismo, apuesto todo a la belleza.
Imágenes:
Martirio Metalli, s. XVI
Still de Guinea Pigs
Preludio de trazos a "La pasión del hombre" de Enrique Polo
Me propongo hablar de trazos. Esto, con plena conciencia de no saber que pretendo con la noción de trazo, lo cual es, precisamente, la ventaja de utilizarle. Al estar indefinida desde el comienzo, la noción permite que se le juegue, se le transforme y defina, en el ir y venir del texto. Así pues, este texto se pretende un juego, más bien, un pre-ludio, pues es el texto so pre-texto de otros juegos, es decir, de otros símbolos; se refiere a ellos, especula sobre ellos, -en otras palabras- los refleja infielmente.
1er Trazo
Se trata del invisible trazo que constituye el lienzo. Que es algo así como el trazo que implica el espejo entre el reflejo y lo reflejado. Como del espejo, hablar del lienzo es, en cierta medida, un truco. Pues hablar del lienzo es hablar de nada, en la medida en que el lienzo no tiene sentido, si no se halla referido a la mano del pintor[U1] . Sin embargo, en la medida en que permite esta referencia, el lienzo mismo implica algo. La textura y dimensiones del lienzo se ejercen sobre la mano que pinta. Esta debe adecuar sus movimientos a la circunstancia que es el lienzo, este participa de su trazar, le obliga a trasformarse, a dimensionarse de cierta manera, apoyarse y ejercer fuerza de acuerdo a la tela y sus bordes. Habrá resistencias, tanto de la mano que corrige y se adapta, como de la tela que se resiste a ser utilizada. Plasmar algo en él es hacerlo diferente de sí mismo. Toda obra se forja en la dialéctica de este juego, que hace –a la manera de un espejo- de uno, dos. Dos, que son y no son iguales, que parecen pero difieren. Aquí existe una contradicción que no se debe pasar por alto: frente al espejo, lo diestro es lo siniestro y viceversa.
2nd Trazo
“En toda historia siempre hay, en mi opinión, alguna mirada oculta, una palabra que se calla.”[1] Podría imaginarse, que algo similar es cierto sobre las imágenes. En ellas habitan silencios cuidadosamente plantados y sobre todo, afortunadamente equivocados. En cuanto a obras y hablantes se refiere, el silencio debe ser una categoría cuidadosamente matizada. El silencio de un mudo, de alguien que carece de la capacidad misma del habla, es constitutivamente distinto del silencio del hablante. El hablante calla, ya por voluntad u omisión, dentro del lenguaje. Aquí se trata, más bien, de una tímida sonrisa de complicidad. Una sonrisa particular, -tal vez la esencia de una sonrisa- se me antoja análoga esa sonrisa vertical; eminente progenitora que implica el riesgo del bastardo, pero en la misma medida, la posibilidad de la poiesis.
3er Trazo o esbozo
En términos geométricos, son necesarios al menos tres trazos para generar un espacio. Pero en el ámbito del papel, donde la fuga es posibilidad, sólo hace falta uno para generar una letra (la letra ‘l’ en minúscula, el elemento más sencillo del alfabeto latino). Con dos, incluso se puede aventurar la dignidad de una mayúscula. Así pues, me aventuro y juego mis trazos.
Siete reflexiones de Enrique Polo, que son y no son, el Autor. Siete instantes de una pasión, que son el silencio culposo de esa otra mal lograda en el calvario. Todas articulan un complejo mecanismo de espejos/espectros, al que me permito agregar las siguientes líneas: “La quita [cita] es de mayo de 1908. ‘Aterradora idea de Juana, acerca del texto Per especulum. Los goces de este mundo serían los tormentos del infierno, vistos al revés, en un espejo.”[1] El enigma del sufrimiento y la catástrofe han sido siempre una sombra sobre el pensar y sentir humano. Un silencio impuesto por la ardua tarea de existir, que sin embargo, acompaña el andar de cada uno de nosotros; si acaso, como una rotunda negación. Al reverso de estos cuadros –lúgubres y fascinantes a la vez y por lo mismo- se encuentra la alegría del mundo vista en su conjunto. Pero no como la negación de estas imágenes, sino como su necesario y perfecto reflejo. Cada pequeña alegría se yergue como el contrapuesto reflejo de un mundo que sufre; cada lagrima derramada, como el saldo asumido por toda gran felicidad.
Marcos Alegria
[1] J. L. Borges, ‘El espejo de los enigmas’, en Otras inquisiciones, recogido en Obras completas, Emecé Editores, Buenos Aires, 2005, v. 2, p 105.
[1] J. M. Coetzee, Foe, (versión de Alejandro García Reyes) DeBOLS!LLO, México, 2006, p. 141.
[U1]En rigor, a esta, a las incontables de su experiencia, y las incontables que hicieron el lienzo, la pintura y sus instrumentos.
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Lleno de mar y soledad
"O Kyklos tou Nerou" & "Mia Thalassa"
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στην αγκαλιά μιάς θάλασσας
γεμάτης μουσική
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κι η μοναξιά μου μέσα του ανθίζει
Viens a l' heure ou le jour se couche
dans les bras d' une mer
pleine de musique
(Recreación de la poesía de Safo)
The postmodern essay generator
La izquierda de la derecha
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(Morris Adler, El mundo del Talmud, Paidós, Bs. As., p.70)
Mircea Eliade, contrastes de un genio
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No es fácil obtener conclusiones sencill
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A estos puntos polémicos del pens
Estructura de lo sa gra do y la era del mundo desenca nta do
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Todo comienz
L
No todos sus lectores están de
El mismo Mirce
Se
Quizá Io
[1] Nicol
[2] A fines del presente
[3] Aseveraciones n
[4] Paradójicamente los socialistas lo hacían muy cercano a todas las tradiciones “espirituales”.
[5] En esp
[6] Princip
[7] Mircea Eliade, La prueba del laberinto. Conversaciones con Claude-Henri Roquet, Cristiandad, Madrid, 1980, p.16.
[8] Ib. p. 117
[9] Ib. P. 119
[10] Ch
[11] Mirce
[12] Ibidem.
[13] Contr
[14] Respecto
[15] Existe un interes
[16] Ioan P. Coulianu, “Su Mirce
[17] Mircea Eliade y Ioan P. Coulianu, Diccionario de las religiones, Introducción (Paidós, Barcelona, 1994).
en fermant le cycle de l' eau
qui effleure ma solitude