El Ángulo del Cielo

Un niñito de nombre Adi acompaño a su padre a un campamento
militar ubicado en la cima de un glaciar. Su papá, un sikh muy alto,
lo presento a los hombres de los cascos rojos.
-Son ingenieros-explicó.
-No tengas miedo-dijo el padre-, haz tu pregunta.
A Adi no se le ocurria ni una sola palabra. Inhaló y luego exhaló largamente.
El vapor se alejaba de él flotando, semejando el humo
que se desprende del incienso en un monasterio, pero no había ningún
monasterio en derredor, sólo terrones de hielo. Adi se inclino y tomó
el hielo con sus manos.
-Señor- comenzo a decir con suavidad-. Señores ¿ qué hacen durante su tiempo libre?
-Muchacho-contestó un ingeniero-, nosotros calculamos
el Ángulo del Cielo.
-¿ eso es todo?- pregunto Adí mientras aprisionaba el terrón
de hielo en su puño.
-No,no. Fuimos los primeros en calcular la cantidad de mezquitas,
templos e iglesias que existen en el Paraiso. Nuestro proyecto actual
consiste en determinar la composición química de los Djinns
o genios- y añadió-, puedes encontrar detalles al respecto en mi
tratado: Mecanica del Juicio Final y la Vida después de la Muerte.
Estas palabras sobrecogieron a Adi; eran ligeras pero firmes, cristalinas
y al mismo tiempo densas; eran como el terrón en su puño.
- Es tan doloroso- pensó - que es casi placentero.
Durante largo rato el hielo hirió sus manos como si se tratara de
un montón de agujas, antes de dar orígen a las hotas que escaparon
entre sus dedos tibios.

Jaspreet Singh
Diecisiete tomates y otras historias de cachemira

http://paramoediciones.blogspot.com/2008/12/pramo-ediciones-en-la-jornada.html

1 comentario:

  1. Existirá algún Sacher Masoch en el pensamiento oriental? Lo obvio es la idea, basada en la experiencia, del placer que nace del dolor

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