Higos y bugambilias


Hacia rato que yo miraba, desde la puerta, hacia el patio de la casa. Decenas de personas aquí y allá rondaban afuera, muy cerca del jardín, donde un enorme árbol de higos y bugambilias se levantaba en medio. Mi madre me ordenaba que saliera a lavar algo, no recuerdo qué, sólo sé que al recibir la encomienda, miré de nuevo hacia el patio y sólo veía delgados destellos de luz, sombras y nuevamente esas personas que andaban de un lado a otro.

-Hay demasiados muertos ahí afuera y no voy a salir- le dije a mi madre, sin dejar de mirar hacia el patio, sin que ellos, ahora, dejaran de mirarme a su paso frente a la puerta.

Mi madre, retándome, me ordenó nuevamente hacer lo que me había pedido.

Salí al patio, llorando de miedo, me agaché para tomar un poco de agua y lavar mis manos y al voltear, frente a mí estaba mi abuela, haciéndome sombra… estaba muerta (como todos los demás ahí afuera). Entré a la casa y dije a mi madre que no saldría más, que ver a la abuela muerta era algo común (y lo es), pero ver a los demás era demasiado.

La abuela se acercó a la entrada de casa, tomó mis manos y dijo: “ cuida tus planos, cuida tus planos, cuida tus planos, cuida tus planos” (o eso entendí). Sin soltarme las manos repetía una y otra vez lo mismo: “cuida tus planos, cuida tus planos, cuida tu vida, cuida tu vida, cuida tus planos, no le lleves problemas a tu madre, yo me voy a encargar de ti, pero a ella no le digas nada, nunca le digas nada, cuida tus planos, cuida tus planos, cuida tu vida…”

Abracé a la abuela y la conduje hacia el interior de la casa, la sensación de su cuerpo en mis brazos era como la de un enorme reptil, escamoso, húmedo y viscoso. La llevé frente a mi hermano que yacía en una cama. La abuela tenía un mensaje para él, pero cuando ella comenzó a hablar, un ruido, que no supe de donde venia, impidió escucharla. Sólo veía sus labios, con la textura de la piel de una serpiente moverse sin que pudiéramos escuchar nada. Me angustié mucho, sabía que jamás repetiría lo que estaba tratando de decir y sabía también que era importante. El ruido desapareció y con él la abuela que salió de casa para unirse al nutrido grupo de muertos que caminaban (sólo caminaban) sin detenerse, formando un enorme círculo.


3 comentarios:

  1. Me hizo recordar un sueño antiquísimo: mis difuntos están sentados en la sala de la casa de mi abuela (como diría Vallejo: felices los que se sientan), ellos parecen indiferentes a todo, no dan muestras de sentimiento alguno. Yo, desesperado y gritando, les pregunto de frente: CUÁL ES LA VERDAD! CUÁL ES LA VERDAD? No me contestan.

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  2. Sabìa que me ibais a pregutar acerca de la foto. La conservo desde hace un año y he pasado la tarde sin encontrar la referencia. Pero seguirè buscando. Me parece que era de una peli.

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