topos









TEORÍA DE LOS MAPAS

20060310184504-dibujo.jpg

La primera falla, referida en este caso al criterio topográfico, nos informa de cierta posibilidad no del todo descartada: a pesar de que el mapa pueda no indicar todo lo que en realidad existe, nos proporciona suficiente información para poder encontrar nuestro camino. Pero ¿puede un mapa indicar toda la realidad existente? ¿Puede marcar la presencia de todos los ángulos, de todas las curvas, de todas las rectas? ¿Acaso esto sería útil, necesario, aconsejable? Camino por la teoría de los mapas en busca de conjeturas y señales. Antes, cuando aún tenía algún sentido, caminaba por la ciudad en busca de formas, drogas o laberintos; ahora que ya no lo tiene (no está de más recordarlo) recorro la vieja ciudad del pensamiento. Iván Almeida: Conjeturas y mapas. Kant, Peirce y Borges y las geografías del pensamiento. Imaginen ustedes un fascinante lugar de encuentro. Imaginen un mapa de citas donde se nos invita a la orientación y a la sorpresa:

"La orientación venía a ser, entonces –escribe Leopoldo Lugones-, una ciencia difícil que los entendidos rumiaban con gravedad en sus barbas filosóficas".

La ciudad del pensamiento va adquiriendo, paso a paso, una categoría del sentido cercana y entrañable. Ya no camino solo en busca del Grial perdido; ahora encuentro compañía y equilibrio entre signos, intérpretes y objetos. La primera pregunta, observo, asoma tras la barra de un bar desierto: ¿puede un mapa indicar toda la realidad existente? Charles Sanders Peirce y Jorge Luis Borges, deportivos, juegan con ella entre ruinas circulares. Escribe Peirce:

"Cuando era niño, mi inclinación a la lógica hizo que me agradara ir dibujando sobre el mapa de un laberinto imaginario, un sendero y luego otro, con la esperanza de encontrar mi camino hacia el recinto central".

En el recinto central, decíamos, se juega a los juegos de ida y vuelta, a los acertijos elípticos, pero la partida en realidad comienza ahora, cuando el problema se presenta por primera vez ante un grupo de atónitos ciudadanos. El primer golpe (el saque o movimiento de apertura) corresponde a Borges:

"...supongamos que una porción de la superficie de Inglaterra –escribe el argentino- ha sido perfectamente nivelada y alisada para recibir encima un mapa preciso de Inglaterra (…) Esta representación debería corresponder con el contorno de la Inglaterra real; pero en un lugar dentro de ese mapa de Inglaterra debería aparecer, en menor escala, una nueva representación del contorno de Inglaterra. En esta representación, que debería reproducir, en contorno reducido, los detalles de la primera, debería observarse otra Inglaterra, y en ésta, otra, y así, sin fin".

Y Charles Sanders Peirce (¿o fue, ciertamente, a la inversa?) devuelve elegantemente la pelota:

"Imaginemos que sobre el suelo de Inglaterra se extiende un mapa de Inglaterra, que muestra cada detalle, por ínfimo que sea. En ese mapa deberá aparecer el verdadero lugar donde está el mapa, con el mapa mismo en todos sus ínfimos detalles. Deberá haber una parte que representa enteramente a su todo, exactamente como la idea representa supuestamente a toda la vida. En dicho mapa debe aparecer el mapa mismo, y en el mapa del mapa debe aparecer, de nuevo, un mapa de sí mismo, y así hasta el infinito. Pero cada uno de esos mapas sucesivos debe estar dentro del mapa que lo representa inmediatamente. En consecuencia, a menos que haya un agujero en el mapa, en el cual ningún punto representa un punto no representado de otra forma, estas series de mapas deben todas convergir en un único punto, que se representa a sí mismo a través de todos los mapas de la serie. En el caso de una idea, dicho punto sería la auto-conciencia de la idea".

La partida, ahora empatada, tiene lugar en la metrópoli de siempre: cambian tan sólo los protagonistas y las búsquedas, pero el plano principal es el mismo. Iván Almeida, concluyente, en su papel de mediador o árbitro, da por finalizada la contienda:

"En cuanto signo representante, o Representamen, -escribe Almeida- un mapa es un diagrama, fatalmente bidimensional. Como diagrama, sólo puede representar contornos. Por tener sólo dos dimensiones, necesita una tercera dimensión (un Interpretante) para ser considerado. Esa es la teoría de Peirce. Ahora bien, el estilo intelectual de Borges tiende a una sistemática reductio ad absurdum de las teorías que adopta. En este caso, como diagrama, el mapa puede ser llevado a un progresivo relleno de sus puntos, hasta convertirse en continuum, dejando así de ser diagrama para convertirse en "imagen". Por otra parte, como figura bidimensional, un mapa puede ser ampliado hasta cubrir totalmente el territorio que lo contiene, aboliendo así la posibilidad de un Interpretante y redefiniendo al mundo como bidimensional".

Podemos imaginar entonces una "imagen" donde todos sus puntos cardinales puedan ser habitados progresivamente, redecorados con capas de imágenes, textos y sonidos, activamente, colectivamente, interactivamente, hasta cubrir la totalidad del mapa y abolirlo, negarlo, disolverlo. Ahora el mapa está en nuestras manos, pero también nosotros formamos parte del mapa; no solamente viajamos a través del mapa utilizando su arquitectura de cambios y traslados, sino que estamos dentro del mapa, damos sentido al mapa, habitamos en el mapa. Quizás antes era también así, pero ahora vivimos en otra realidad superpuesta que precisa, igualmente, de útiles y herramientas funcionales. Wikimap –nos informa Medialab Madrid- es todo esto y mucho más: un entorno multimedia, flexible y expandible, pero también "memoria ciudadana colectiva a través de una multiplicidad de visiones subjetivas, y que puede tener una enorme variedad de usos culturales, sociales, educativos, etc". Los habitantes del mapa, ahora, son los hacedores elementales del mapa. La topografía pasiva se transforma, gracias al fluido tecnológico, en topografía activa, y el mapa cubre al mapa en todos sus puntos progresivamente, conceptualmente, filosóficamente. La calle principal, modificada por manos fantasmas, nos lleva a una calle donde ya no estamos. Las señales del tráfico semiótico regulan la circulación de sombras y vehículos humanos. El mapa originario, a su vez, ha desaparecido, porque lo ha cubierto todo en su calidad de posibilidad e itinerario.

5 comentarios:

  1. ¿De dónde es el mapa? el de colores.

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante el texto!
    Tú lo escribiste Graciela?
    Mis desacuerdos se refieren a cuestiones secundarias, y está en la misma frecuencia de algo que yo llamo la "existencia como sintaxis". Quizá más adelante hable sobre esto en este blog.
    :)

    ResponderEliminar
  3. El mapa parece imaginario, Ishtar, Afrodita... En todo caso sería griego, o bien de la región de los antiguos frigios.

    ResponderEliminar
  4. No no, perdón por la prisa, no busqué el autor, no era visible, no soy yo (lo soy en la medida de la lectura). ¿Porqué no nos haces una explicación de lo de "existencia como sintaxis" a propósito de este texto?
    El mapa de colores es de otra región más alejada que lo que mencionas... ñaca ñaca

    ResponderEliminar

derivaciones