Curado de viagra


El curado de Viagra, estrategia publicitaria de La Hija de los Apaches, agrega El Pifas
"Nada le quita al pulquito su fama de mantenerte siempre en firmes"
El "néctar de los dioses" es más sano que una cuba, aunque emborrache, dice el encargado del local de la Romita
Ahora los jóvenes toman cerveza o Viña Real, lo que anuncian en la tele.

OTHON LARA KLAHR

Uno de los sitios más pintorescos de la Romita es la pulcata La Hija de los Apaches, ubicada en avenida Cuauhtémoc, a media cuadra de Real de Romita. Aunque afuera de lo que es propiamente el barrio, por su cercanía muchos de sus clientes son romanos. En la entrada del expendio, un letrero atrapa la atención: "El curado de Viagra sólo se venderá con certificado médico". Adentro, otro anuncio amplía la información: "Contra la impotencia sexual tome el curado de Viagra (Viejas agradecidas)".
El encargado es un hombre de espeso bigote aguamielero, que se muestra accesible para revelar los secretos del "néctar de los dioses". Lo del Viagra, explica don Epifanio Leyva -"El Pifas, pa' los cuates"- sólo es un truco para jalar gente; en realidad se trata de una composición de pulque con vitamina B7: betabel, pepino, zanahoria, apio, jitomate, perejil y guayaba. "Pero nadie le quita al pulquito su fama de mantenerte siempre firmes." Porque es el afrodisiaco popular por excelencia.
Ha bajado mucho la venta
Y dio resultado la estrategia publicitaria, comenta El Pifas: "Piden mucho curado de Viagra", además de los clásicos de avena, apio, guayaba, jitomate, melón y otras frutas de temporada. Sin embargo, se queja, "nos ha bajado mucho la venta; ahora los jóvenes toman cerveza o Viña Real, que ven anunciadas en la tele. En cambio nunca ven un anuncio de pulque. Muchos chavos creen que ya ni existe".
Don Epifanio asegura que un vaso de pulque es "ciento por ciento más sano que una cuba; es alimenticio, aunque emborrache. Esto depende de cómo venga de fuerte, pero por lo general con unas seis jarras ya está uno alegrón".
Para reforzar su afirmación de que el pulque es saludable, dice que tiene clientes "desde cuando empecé a trabajar aquí, hace 25 años, y ahí andan, en cambio otros de la misma edad que nomás le entraban al alcohol ya se murieron". Desgraciadamente no se le hace la publicidad que merece a este producto tradicional, insiste. Por ese menosprecio, "muchas pulcatas mejor cierran, porque no sacan ni para la renta".
Recuerda con melancolía: "Antes vendíamos seis barriles diarios, y ahora apenas tres. Mire: la pulcata está vacía a mediodía. Antes a esta hora no se podía ni caminar aquí adentro".
Y eso que el pulque es muy barato: el vaso de casi un litro aquí vale tres pesos el natural y seis el curado. "También influye la crisis: luego nomás traen un peso y pues les doy lo que es por esa cantidad, o de una vez les lleno el vaso y les digo: 'luego me pasas', ya sé que no me pasan, pero no se pierde el cliente".
Una pared de la pulquería luce muchas fotos de boxeadores, entre ellos el mismísimo Pifas en sus tiempos de gloria (1954-1957), periodo en que peleó en los pesos pluma, ligero y wélter. Informa que seguido organiza convivios con varios de sus cuates: "Mi compadre Rubén Olivares, Ultiminio Ramos -el curado de zapote negro lleva su nombre-, Chuy Zulueta, Romeo Anaya, Gabriel Bernal, Juan Fabila y Antonio Roldán, entre otros".
El Pifas refiere que el pulque que "solapa los cuetes diarios" (parodiando a Chava Flores) de Romita y anexas viene de Singuilucan, Hidalgo.
"Deben ir bien cargaditos de fruta"
Los curados son los que más ganancias dejan, explica, "pos se venden más caros, pero deben ir bien cargaditos de fruta para que tengan sabor".
-¿Quiere una pruebita? -ofrece El Pifas con cortesía... ¡Orale! Mire: hasta se derrama por la pulpa de fruta... Pruebe este de guayaba... es la pura crema...
Con tono de quien conoce de la materia, dice que hay un curado que se llama Fuerza, vigor y puntería. Lleva avena, cacahuate y piña. Otro, ya clásico en este expendio, es el de cebada; "yo lo inventé", dice, orgulloso.
"¿El de Viagra? También es de mi repertorio, pero no hay ahorita, se acabó... Es moradito, por el betabel que lleva... Cuando estuvo de moda el chupacabras, ¿se acuerda?, hice uno con ese nombre, que llevaba apio, jitomate y piña, con salsa Valentina. Se servía escarchadito, bien frío..."
-Ahora pruebe este de apio...
"Nuestro horario es de nueve a nueve. No, no es pesado, se la pasa uno cotorro con tanto cábula y malora que viene. Recuerdo a uno que quiso pasar por Rubén Olivares, y sí se parecía. Unos clientes lo invitaron a su mesa y ya en puntos pedos empezaron a tirarle de golpes diciéndole quítate éste, campeón, y ¡pum, pas!, le daban duro y tupido y aquél no sabía ni meter las manos. Tuvo que decir la verdad: que no era El Púas."
Aquí chupó López Velarde
A la pregunta sobre el origen del nombre La Hija de los Apaches, don Epifanio explica que en la calle de Medellín hubo otra pulquería que se llamó Los Apaches, y "pus a güevo tenía que haber una Hija de Los Apaches, ¿no? Esta ya tiene un chingo de tiempo. Con decirle que aquí venía a chupar el torero Rodolfo Gaona, y dicen que también un poeta que vivió allá a la vuelta, en Alvaro Obregón... ¿cómo se llamaba?... ah, sí: López Velarde; según supe acostumbraba venir a echarse un vasito de pulque, una miada, y seguía su camino. Hace tiempo unos intelectuales andaban investigando el recorrido que hacía cuando murió de una pulmonía y vinieron a preguntar sobre él... Otro que viene hasta la fecha es el escritor de Picardía mexicana, Armando Jiménez, quien incluso trae a gabachos a que conozcan las pulcatas y de paso se echan un curado".
Ya nadie usa el departamento de mujeres
Al contrario de como piensan en otros sitios similares, don Epifanio se alegra de que los departamentos de mujeres en las pulcatas estén en desuso. "Aquí nadie las molesta, hay respeto. A ellas ya no les gusta estar allí apartadas como antes. Algunas hasta vienen con su novio o su esposo. En ocasiones vienen estudiantes a conocer el ambiente".
Fragmento de Parada en La Hija de los Apaches, de la crónica De Aztacalco a Indianilla (con escala en La Hija de los Apaches), que obtuvo el premio Bernal Díaz del Castillo. La vida cotidiana en la ciudad de México, convocado por el Consejo de la Crónica.

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