Para dejar de llorar

Me desnudo en ese enorme, sacro y oscuro recinto, un río cae sobre mí, el agua se confunde con mis tristes lágrimas. Dos niños hindúes me acarician el cuerpo, me bañan, me excitan sus contactos sobre la húmeda vulva cuyo placer ya no puedo contener. Gimo con tan estruendo que el niño se espanta, no comprende la escena y su hermana le obliga a guardar silencio, es entonces que ambos comienzan a besarme los senos hasta hacerme llegar a un límite nunca antes alcanzado, todo en mí era exuberante voluptuosidad. Abro los ojos, los niños ríen, la niña me susurra: "por eso vienen aquí, para dejar de llorar".

3 comentarios:

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  2. ¿qué haríamos sin la capacidad de volar con la mente y de soñar despiertos?

    me encantó el texto
    gracias por compartir

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