(Zacatecas, 1870-París, 1907)
Julio Ruelas murió en París en el lecho de una griseta. Junto a la cama había unas cuantas botellas vacías de champán. En un rincón del pecador camerino ronroneaba un gato negro. No se sabe qué fue lo que mató a Julio, si la champagne, la chartreuse, o los ojos del gato. Lo cierto es que la linda muchacha se durmió creyendo que Julio estaba dormido, y como al amanecer sintiera la frialdad del peso, se dio cuenta de que Ruelas estaba muerto.
Aquella pecadora, aquel cadáver y aquel gato negro pasaron así la noche, formando involuntariamente el mejor grupo imaginable para un cuadro de Julio Ruelas.
Julio Sesto.
Por siempre caro a mi alma el maestro Julio Ruelas!
ResponderEliminarSe me ocurre que así como a los santos se les dedica un día al año para venerarlos debemos crear un "impioral" para corromper nuestra alma y nuestros cuerpos en el más clásico espíritu romántico.