no soy así

tengo la impresión de que aquí nadie saluda
por eso hola y hola
también tengo la idea de que nadie se despide
adiós

Rafael Alberti

Nocturno


Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre

se escucha que transita solamente la rabia

que en los tuétanos tiembla despabilado el odio

y en las médulas arde continua la venganza,

las palabras entonces no sirven son palabras.


Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,

humaredas perdida, neblinas estampadas,

¡que dolos de papeles que ha de barrer el viento,

que tristeza de tinta que ha de borrar el agua!


Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,

lo desgraciado y muerto que tiene en la garganta

cuando desde el abismo de su idioma quisiera

gritar que no puede por imposible, y calla.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras. "

oda a la idea

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A los cien años de soledad




La observación de casos repetidos de mayores con comportamientos extremadamente huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas motivó la aparición en la década de los 60 de un trabajo científico que detallaba este extraño patrón de conducta. En 1975 fue bautizado como Síndrome de Diógenes, en referencia a Diógenes de Sínope, un filósofo de la época de Aristóteles famoso por preconizar un modo de vida austero y renunciar a todo tipo de comodidades.

http://www.dmedicina.com/salud/psiquiatricas/sindrome-diogenes.html

Canción del trabajo

La Jornada, Niño Fidencio

uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh! uh!
Foto: no sé.
John Berger, Mirar.


El lenguaje permite al hombre contar con los otros como con él mismo. (En esta confirmación, que se hace posible por el lenguaje, también pueden conformarse la ignorancia y el miedo humanos. Mientras que en los animales el miedo es una respuesta a una señal, en el hombre es algo endémico). Ningún animal confirma al hombre, ni positiva ni negativamente. El cazador puede matar y comerse al animal, a fin de sumar su energía a la que él ya posee. El animal puede ser domesticado, a fin de convertirlo en una fuente de aprovisionamiento y en una herramienta de trabajo para el campesino. Pero la falta de un lenguaje común, su silencio, siempre garantiza su distancia, su diferencia, su exclusión con respecto al hombre...

¿Cuáles eran los secretos del parecido y de la diferencia del animal con respecto al hombre? Aquellos secretos cuya existencia reconocía al hombre en el instante mismo de interpretar la mirada de un animal… En cierto sentido, toda la antropología, al estudiar el paso desde la naturaleza a la cultura, constituye una respuesta a esa pregunta. Pero hay también una respuesta más general. Todos los secretos eran acerca de los animales en tanto que mediadores entre el hombre y su origen. La teoría de la evolución de Darwin, indeleblemente marcada como está por las concepciones del siglo XIX europeo, pertenece, sin embargo, a una tradición casi tan antigua como el propio hombre. Los animales mediaban entre el hombre y su origen porque eran al mismo tiempo parecidos y diferentes de él...

La ruptura teórica decisiva llegó con Descartes. El filósofo francés interiorizó, circunscribió, dentro del hombre, el dualismo implícito en la relación del hombre con los animales. Al separar el alma y el cuerpo, legó el cuerpo a las leyes de la física y la mecánica y, puesto que no tienen alma, los animales quedaron reducidos al modelo mecánico.