El amor escrito

El amor, querido lector, es un par de comas que llegan escoltar a un vocativo.
El amor parece, con mucha frecuencia,
un punto y coma fugaz en el sendero;
cuando llega, hace una breve pausa
y en seguida continúa su camino.
El amor es un paréntesis ( que se cierra cuando ha terminado de explicarse a sí mismo).
El amor llega a argüir en una diéresis que hace sonreír a la i latina.
El amor coquetea con los dos puntos: sabe que algún día serán suyos.
El amor, mi amor, encontró ya sus tres puntos suspensivos...

El amores una tilde en una incrédula esdrújula caótica.
El amor es, en definitiva, una palabra grave.
El amor, cual oxítona rebelde, se fugó de la gramática.
El amor es un participio desbocado y satisfecho.
El amor es un gerundio andando.
El amor sueña adorar al infinitivo.
El amor juega , canta y baila con el presente de indicativo.
El amor espera a que, un día, el subjuntivo lo enamore.
El amor, escúchame bien, siempre es imperativo.

El amor, el amor escrito, sabe que un día
habrá de matarlo un punto final.

Ernesto A. Núñez

2 comentarios:

  1. me pregunto si el punto y seguido permite la continuación semántica de un amor sustantivo anterior

    ResponderEliminar
  2. El punto y seguido, dice Roberto Zabala Ruíz, es una combinación de pasitos de gorrión y vuelo límpio...

    ResponderEliminar

derivaciones