La espuma virgen amamanta nuestra dermis
el vaivén libera los artilugios:
los serviles ojos de fervor mundano.
Esta noche serán presa de periñas
¡pero qué importa!
Estaremos desnudos.
Desnudos con la piel cocida de sal
con la fría oquedad en el rostro,
entre larvas marítimas y blanca arena.
¡Dancemos en la devastadora mar!
¡Terminemos con el insulto de la vida!
El agua quema nuestro último vestigio de hombres.
¡Estamos solos!
¡Tú y yo solos!
Inicia la inmensidad, nuestros mantos se han ido.
No tenemos nombre ni origen,
no necesitamos de los cuerpos
para bailar sin antifaces
nuestra danza nocturna.
Yelenia Cuervo
Disfrutemos pues de la desnudez compartida!
ResponderEliminarentre la música
no se distinguirán los cuerpos
mezclados y sueltos
entendiéndose
la seducción del agua convida mil fruiciones, pero ninguna más grande que la deformación de la estólida ilusión que llamamos "yo", "tú"...
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