Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo... (Muerte sin fin)

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
es una espesa fatiga,
un ansia de trasponer
estas lindes enemigas,
este morir incesante,
tenaz, esta muerte viva,
¡oh Dios! que te está matando
en tus hechuras estrictas,
en las rosas y en las piedras,
en las estrellas ariscas
y en la carne que se gasta
como un hoguera encendida,
por el canto, por el sueño,
por el color de la vista.

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
ay, una ciega alegría,
un hambre de consumir
el aire que se respira,
la boca, el ojo, la mano;
estas pungentes cosquillas
de disfrutarnos enteros
en sólo un golpe de risa,
ay, esta muerte insultante,
procaz, que nos asesina
a distancia, desde el gusto
que tomamos en morirla,
por una taza de té,
por una apenas caricia.

¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el Diablo,
es una muerte de hormigas
incansables, que pululan
¡oh Dios sobre tus astillas,
que acaso ta han muerto allá,
siglos de edades arriba,
sin advertirlo nosotros,
migajas, borra, cenizas
de ti, que sigues presente
como una estrella mentida
por su sola luz, por una
luz sin estrella, vacía,
que llega al mundo escondiendo
su catástrofe infinita.

(BAILE)

Desde mis ojos insomnes
mi muerte me está acechando,
me acecha, sí, me enamora
con su ojo lánguido.
¡Anda, putilla del rubor helado,
anda, vámonos al diablo!





JOSÉ GOROSTIZA

Post- sum

¡Navegamos como sonámbulos en pos de la tierra!

¡Inauguramos la discordia!

Frágiles y distantes,



Tú y yo,

Generamos la debilidad de nuestros cuerpos sepultados.



Nada existe entre nosotros,

Ninguna flor,

Ninguna planta,

Ningún incesto….



Corramos por la incertidumbre del instante

¡Nada de ti me pertenece!

Nada de mí te pertenece

¡Danzamos la suerte de no ser nadie…!



Yelenia Cuervo Moreno

Paidofilia, infantolatría y psicoanálisis

Reproduzco un extracto de la conferencia del psicoanalista Serge André sobre "la significación de la paidofilia"

¿Por qué tanta sorpresa e indignación?. Se diría que se ha descubierto de repente la existencia de una forma de sexualidad ignorada desde siempre. Todo parece suceder como si no supiéramos, o más bien como sino hubiéramos querido saber. Sin embargo, no hace mucho tiempo, la pedofília e incluso el incesto, disfrutaban entre la gente de una acogida relativamente neutra y a veces, incluso, benévola. Para convencerse basta referirse a la prensa de los años 70 y 80. Permítanme recordarles la indulgencia divertida, y hasta admirativa, con la que críticos literarios y presentadores de televisión acogían las declaraciones de Gabriel Matzneff o de René Schérer, quien escribía, en el Libération del 9 de junio de 1978 "La aventura pedófila viene a revelar la insoportable confiscación de ser y de sentido que practican las obligaciones sociales y los poderes conjurados en relación a los niños" (citado por Guillebaud en La tyrannie du plaisir, p.23). El caso de Tony Duvert, escritor pedófilo declarado y militante, es todavía más interesante. En 1973, su novela Paysage de fantaisie, que pone en escena los juegos sexuales de un adulto con varios niños, fue alabado por la crítica como la expresión de una sana subversión. Por otra parte, este libro recibió el premio Médicis. Al año siguiente publica Le bon sexe illustré, verdadero manifiesto pedófilo que reclama el derecho de los niños a disfrutar de la liberación sexual que la pedofília podría aportarles, en contra de las obligaciones y de las privaciones que les impone la organización familiar. Al principio de cada capítulo del libro, se encuentra reproducida la fotografía de un joven muchacho de unos diez años en erección. En 1978, una nueva novela del mismo autor titulada Quand mourut Jonathan, traza la aventura amorosa de un artista de edad madura con un niño de ocho años. Este libro es celebrado en Le Monde del 14 de abril de 1976: "Tony Duvert va hacia lo más puro"... En 1979, L'île Atlantique le vale nuevos elogios ditirámbicos de Madeleine Chapsal.
¿Qué pasó entonces entre 1980 y 1995 para que la opinión pública sufriera un cambio tan espectacular? Me gustaría que alguien me aclarara este misterio. El fenómeno es especialmente significativo puesto que nuestras sociedades occidentales contemporáneas parecen desde entonces cimentadas en el ideal sacrosanto, pero puramente imaginario, del niño-rey y por la obsesión correlativa de la protección de la infancia. Lejos de mí la idea de discutir la necesidad de dicha protección y el progreso que constituye. Pero la mejor protección del niño ¿no es más bien el deseo y el apoyo que los adultos que le rodean le manifiestan a fin de verle crecer?


Ver la conferencia completa aquí

Ecce monstrum tuum