ÁTOPOS

ATOPOS. El ser amado es reconocido por el sujeto amoroso como “átopos” (calificación dada a Sócrates por sus interlocutores), es decir como inclasificable, de una originalidad incesantemente imprevisible.

2. La atopía del otro, la sorprendo en su mirada, cada vez que leo en ella su inocencia, su gran inocencia: no sabe nada del mal que me hace, o, para decirlo con menos énfasis, del mal que me da. ¿El inocente no es inclasificable (por consiguiente sospechoso para toda sociedad, que no “se reencuentra” sino allí donde puede clasificar Faltas)?

X… tenía por cierto “rasgos de carácter” por los cuales no era difícil de clasificar (era “indiscreto”, “astuto”, “perezoso”, etcétera), pero en dos o tres ocasiones me había sido imposible leer en sus ojos una expresión de tal inocencia (no hay otra palabra) que me obstinaba, sucediera lo que sucediese, en ponerlo, de algún modo, aparte de sí mismo, fuera de su propio carácter. En ese momento lo eximí de todo comentario. Como inocencia, la atopía se resiste a la descripción, a la definición, al lenguaje, que es maya, clasificación de los Nombres (de las Faltas). Atópico, el otro hace temblar el lenguaje: no se puede hablar de él, sobre él: todo atributo es falso, doloroso, torpe, mortificante: el otro es incalificable (ese sería el verdadero sentido de átopos).

NIETZSCHE: sobre la atopía de Sócrates, Michel Guerín, Nietzcshe, Socrate, héroïque. Apud. BARTHES, R. Fragmentos de un discurso amoroso, p. 33.